Un rompecabezas sin forma (Jamaica 2-1 Venezuela)
Un rompecabezas sin forma (Jamaica 2-1 Venezuela)
VinotintoPartidos

Un rompecabezas sin forma (Jamaica 2-1 Venezuela)

Lizandro Samuel
2015-03-27 21:26:57
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La Vinotinto no logra consolidar un modelo de juego y, por momentos, resulta evidente la ausencia de rasgos tácticos distintivos

  1. En una conferencia realizada en Argentina, Pep Guardiola declaró que en todo equipo lo importantes es ponerse de acuerdo. Parafraseándolo, expuso que cualquier idea es válida, pero que lo más importante es decidir qué idea se quiere desarrollar. Si es la del lateral izquierdo, la del extremo derecho, la del enganche, la del presidente del equipo… cualquiera, lo importante es “ponerse de acuerdo”.
  2. En ese sentido Venezuela se encuentra, actualmente, tratando de construir un modelo de juego en base a la idea de Noel Sanvicente; en el proceso, se ha extraviado eso que Richard Páez tanto defiende en sus discursos: la identidad.
  3. La identidad es el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás. En un equipo de fútbol, la misma es determinada por el modelo de juego; el cual, a su vez, es el resultado final de entrelazar diferentes conceptos que el entrenador decide aplicar en cada una de las cuatro facetas del fútbol –ataque, defensa, transición ataque-defensa y transición defensa-ataque–; es decir, el modelo de juego nace de una utopía llamada idea de juego, que es el metaobjetivo, jamás logrado, del entrenador. La fantasía a la que se aproxima, pero nunca llega. Igualmente, el modelo se subyuga a los recursos de entrenamiento y a los jugadores. Aclarado esto, la Vinotinto, hoy día, tiene una idea de juego, un modelo escrito en el papel y no desarrollado si quiera en un 50 por ciento; por consecuencia, no muestra una identidad definida.
  4. La memoria del hincha es corta (Menos mal que no son ellos quienes toman las decisiones), por eso conviene aclarar que el génesis de esta falta de identidad se encuentra en a) la ausencia de un comité de selecciones que escoja entrenadores, para todas las categorías, en base a cuidar una idea de juego; evitando así que, por ejemplo, en la selección absoluta se den saltos tan incongruentes como pasar de Richard Páez a César Farías. Y b) el prolongado tiempo que la Vinotinto absoluta estuvo sin DT.
  5. Evaluar en toda su complejidad las piezas de las que dispone Chita resulta imposible cuando el colectivo no termina de ponerse de acuerdo. Y que se entienda que esto es una conducta subconsciente, pues es claro el compromiso de los jugadores hacia el entrenador; sin embargo, una cosa es lo que quiere la mente consciente y otra lo que plasma el inconsciente. Los jugadores quieren adaptarse, pero se han mostrado, hasta ahora, incapaces de hacerlo.
  6. A una selección no van “los mejores jugadores” ni “los que estén en mejor momento”, van los que se adapten y resulten más útiles al modelo de juego, bien lo hagan en el presente o se crea que lo pueden hacer en un futuro cercano. De esta forma, se debe entender que de la base de 40 jugadores de los que dispone Chita en su mente –según declaró en la última rueda de prensa–, serán seleccionados para la Copa América los que le resulten más útiles y encuentren mayor ritmo competitivo.
  7. Venezuela arrancó defendiendo con presión en zona tres, durante la salida del rival; y en zona cuatro, cuando el rival realizaba retrocesos con la pelota. Estos rasgos defensivos se fueron diluyendo con los minutos e, incluso, por largos periodos de tiempo la selección pareció vivir en la paradoja de si ir a presionar o replegarse. La intención era tener un equipo corto –que se tuvo durante algunos minutos–, pero la dualidad llevó a construir –por largos periodos– un equipo largo y sin orientación.
  8. Al hablar de la presión (Concepto que parece ponerse de moda en Venezuela. Sí, ahorita, en el 2015 y en pleno siglo XXI), se debe recordar que no es lo mismo presionar durante la defensa posicional que en las transiciones defensivas. A la Vinotinto de Chita, lo segundo le ha salida relativamente mejor cuando las pérdidas son en zonas altas de la cancha, debido a que los jugadores que corren a achicar son los volantes ofensivos. El problema al momento de presionar, en ambas facetas del juego, radica en que la mayoría de nuestros defensores no están acostumbrados a correr hacia adelante; esto se agudiza si uno de los volantes de primera línea, Franklin Lucena, es superado por la intensidad del partido; y si el central con mejor anticipación, Amorebieta, no había sumado ni 100 minutos con su club antes del cotejo.
  9. En el ciclo de César Farías, encontrar una pieza que pudiera acompañar a Tomás Rincón fue complicado; en ese sentido, la aparición de Lucena solucionó muchas cosas. Para mí, acabó siendo el más regular en toda la Eliminatoria. Hoy día, creo, se debe entender que Paky ha perdido intensidad competitiva, y que si bien su experiencia resulta útil, es importante recordar que su buen desempeño en la mitad de la cancha se suscitó en un modelo de juego que pretendía defender más cerca del arco propio, no en presión; por lo anterior, y porque esta selección pretende tener salidas a ras de piso y un poco más elaboradas que la anterior –lo que le da mayor trascendencia a los mediocentros en la elaboración de juego–, Lucena no creo que tenga cabida en la mitad de la cancha. Sí, quizá, como defensor central.
  10. Jamaica recostó la mayoría de sus ataques por la banda izquierda venezolana. El problema de la defensa vinotinto responde tanto a problemas colectivos –ya expuestos, algunos–, como individuales. Cichero entra en el segundo rubro. No solo eso, sino que al tener a su espalda a un irregular –por la falta de minutos de competencia– Amorebieta, Jamaica podía llegar con mucha facilidad a través de ese pasillo; más aún si se entiende que Vizacarrondo, un futbolista lento en carreras largas, debía fungir como central corrector.
  11. Venezuela quiere hacer una salida elaborada, pero del querer al poder sigue habiendo un gran trecho. Frente a Jamaica, primero, Tomás –muy involucrado en la salida– no recibió mucho apoyo de Lucena, a quien parecían costarle ciertos movimientos tácticos; igualmente, la poca dinámica colectiva limitó las opciones de salida. En ese sentido, una variante muy eficaz –y que quizá fue de lo más rescatable– fue el rompimiento, hacia su campo, de los volantes de segunda línea, para recibir el pase rastrero de uno de los defensores. Este movimiento obliga al defensor a perseguir a su rival, lo que a su vez genera espacios en su espalda, que pueden ser aprovechado por el equipo que tiene la pelota. Esto, en el equipo con la posesión, facilita las diagonales, los intercambios posicionales, la aplicación del concepto del tercer hombre, entre otras cosas. Por momentos, a Venezuela la resultó medianamente útil.
  12. En el segundo tiempo, con la entrada del Lobo y de Josef, y el retroceso de Arango hasta la primera línea de volantes (Lucena fue sustituido), la Vinotinto encontró un poco más de orden, pero siguió viéndose inferior a Jamaica, como sucedió durante todo el partido. De hecho, lograron verse salidas venezolanas un poco menos apuradas que las vislumbradas en el primer tiempo, pero esto, me parece, tuvo mucho que ver con una actitud de Jamaica, la cual –luego del segundo gol– empezó a replegarse más cerca de su área y disminuyó el ritmo (O sea, la velocidad y fuerza en el pase, así como la rapidez con que se ejecuta) de sus posesiones. Un hecho revelador, en la injerencia de Jamaica respecto a lo poco bien que se vio Venezuela sobre el final, es que la Vinotinto, en salida, lograba pasar de zona dos generalmente con Cichero, no con Rosales: la banda izquierda de Jamaica se encontraba, quizá apropósito, más poblada que la contraria.
  13. Exponer todo lo que se debe mejorar equivaldría a hacer esta nota interminable. Hablar de posibles soluciones sería caer en la especulación: mientras no se encuentre identidad, da lo mismo un volante que prefiera los trazos cortos a uno que los prefiera largos; ante tanto desorden, jugar a las suposiciones resulta muy ingenuo si no se han visto los entrenamientos. Lo que queda claro es que Chita dispone de varias piezas para armar su puzle. Todas son de cartón: algunas tienen las esquinas dobladas, otras están húmedas, mohoseadas o amarillentas. Claro, también hay algunas que lucen en excelente estado, pero que no terminan de encajar en el paisaje global. En fin, Chita compró su rompecabezas, le vino desarmado; trata de armar el paisaje que sale en la caja de presentación y no encuentra cómo. Por el contrario, construye una figura deforme que le está rompiendo la cabeza y le roba horas de sueño. Habrá que ver si el “trabajo, trabajo y más trabajo” encuentra el tiempo suficiente para dar mejores frutos.

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