Ronaldo Peña: vivir sin depender del área
Ronaldo Peña: vivir sin depender del área
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Ronaldo Peña: vivir sin depender del área

Juan Sanoja
2015-07-28 16:51:06
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Análisis táctico del delantero de Acarigua.

Antes del 10 de marzo de 1997 la decisión estaba tomada. Pablo Peña iba a resumir un cúmulo de intenciones y anhelos mediante un nombre: su hijo se llamaría Ronaldo. La negativa de la madre le impidió ponerle Hristo -por Stoichkov- y se decantó por bautizarlo igual al Fenómeno, quien en ese momento pertenecía al FC Barcelona, club del cual Pablo es admirador. Ronaldo, el de Acarigua, Venezuela, iba a seguir los pasos de su padre -futbolista profesional con Portuguesa- desde temprana edad. A los tres años empezaría a practicar el deporte y a los 13 se dirigiría solo a Caracas para formar parte de las categorías menores del club más ganador del país.

Sus actuaciones en las inferiores del Rojo enriquecerían su currículo y le valdrían el llamado de Rafael Dudamel para formar parte de la selección sub-17. Vistiendo la camiseta vinotinto se presentaría al país, en el Sudamericano 2013 de la categoría, como un delantero con un radio de acción inusitado. Tras el pitazo inicial de cada encuentro, Ronaldo Peña se situaba en la posición de 9, ya fuese a la misma altura de Andrés Ponce o como único punta. Allí empezaba a pintar un mapa de calor que tendría un color más intenso del centro hacia la derecha del campo y que dejaba trazos importantes cerca del círculo central.

Peña es un futbolista que no precisa estar cerca del arco para sentirse valioso. Ni siquiera necesita marcar goles. Al manejar tantos registros en la escala de pases, tiene la capacidad de poner mano a mano contra el portero a un compañero mediante un envío a tres dedos desde la mitad de la cancha. De hecho, lo hizo: de esa forma habilitó a Ponce para el único tanto del Paraguay – Venezuela del hexagonal final, una asistencia que hubiese firmado el mejor Luka Modric.

Más allá de jugadas que puedan aparecer en una compilación de YouTube, Ronaldo Peña muestra una capacidad de asociación por encima del promedio de su linaje. Puede visitar el mediocampo sin que represente un riesgo para el equipo. Con el fin de alargar la posesión, recibe de espaldas y toca, reconoce que no posee una cintura de chicle, por lo que girar puede resultar peligroso. En contras, invita a la pared y guía el ataque estirando la jugada. Es un futbolista que se caracteriza por ir al espacio para poder jugar con tiempo.

Suele caer a la banda derecha, su lugar favorito en el terreno de juego. Desde esa zona del campo es habitual verlo desbordar. Su potencia y creatividad -esa que le permitió emular el mítico taconazo de Redondo en Old Trafford, para provocar un penal vs. Brasil-, aunado a su habilidad con los pies, le confieren fortaleza en el 1×1. Rasgos de los que también se vale para salir de encerronas rivales, más allá de que no sea el típico jugador escurridizo de espacios reducidos. Prefiere centrar que esperar el centro. Confía más en su extraordinario golpeo de balón que en su destreza para cabecear, a pesar de su 1.83 m de estatura.

En la faceta defensiva, las galopadas de 30 metros hacia atrás para recuperar un balón perdido por él son lo más destacado de este jugador que vio cómo perdió la oportunidad de disputar su primer Mundial a los 16 años por actos de indisciplina.

Hoy en día es catalogado como crack por el mismo entrenador que lo dejó fuera del torneo y que declaró que, en la preparación previa al certamen disputado en Emiratos Árabes Unidos, le había dedicado más tiempo para aconsejarlo que a cualquier otro jugador.

La temporada pasada regresó a su tierra natal, donde tuvo que seguir madurando en medio de un clima plagado de derrotas. Luego de un año difícil, recibió, quizá cuando menos lo esperaba, el llamado que volvería noticia al rumor: UD Las Palmas quería contar con él. Antes de sellar el acuerdo, conversó con uno de sus ídolos, Salomón Rondón, quien le indicó el camino a seguir para quedarse en Europa. El viaje recién comienza para un futbolista que, después de todo lo vivido, recién acaba de llegar a los 18 años de edad. 

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