Terapia para el venezolano (III/III)
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Terapia para el venezolano (III/III)

Lizandro Samuel
2014-10-22 21:15:53
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Última entrega a la entrevista hecha a Manuel Llorens, en la que habló de la fama de indisciplinado del futbolista venezolano, la interferencia política en la selección, y de César Farías

Si no has leído las entregas anteriores, pulsa sobre las mismas:

Parte I

Parte II

A mí parecer no ha aparecido todavía en Venezuela un jugador de alto nivel que pueda fungir como líder en la cancha para sus compañeros. Sin duda hay grandes jugadores, talentosos, que lideran con su habilidad en la cancha. Pero no hay líderes que puedan agarrar la batuta de un equipo y empujar a sus compañeros a un nivel más alto. Muchos de los jugadores estrellas de la liga profesional entienden mal las tareas y los derechos de alcanzar un lugar consolidado en el equipo. Son más los jugadores destacados que consideran que sus logros les da la prerrogativa de llegar tarde a la pretemporada, perderse algún entrenamiento, correr un poco más lento. Es lamentable la frecuencia de este tipo de actitudes (…).

“Cuando escribí eso yo estaba un poco frustrado por observar jugadores que tenían una trayectoria importante y que servían de liderazgo, que entendían que esa trayectoria lo que significaba para ellos era privilegios especiales. Entonces, en vez de ser eso la fuente de orgullo para que ellos fuesen el emblema de los tipos más trabajadores, más puntuales, que demostraban qué era una ética de trabajo de ese nivel élite, eran los que se daban licencia de llegar más tarde a la pretemporada, de trabajar un poquito menos o pedirle al entrenador que no tuviesen que trabajar una tarde. Como si tú trayectoria, en vez de servir para empujar a los demás, servía para un merecimiento que te atribuías a ti mismo por tu carrera, y eso me frustraba verlo. Y no son los tipos que era más fácil decírselo, porque, de nuevo, están tomados por su imagen de sí mismos; entonces, bueno, quién es este para decirme a mí que yo tengo que ser una persona u otra… Eso no me gustaba”.

“Pero, yo te diría que en la selección empezamos a tener un grupo que trascendió eso muchísimo. Yo creo que, en parte, porque en ese momento estaba hablando de jugadores, muchos, que no se habían ido para el exterior; que cuando se han ido para el exterior se dan cuenta que tienen que empezar de cero, que nadie les va a regalar nada por más que ellos hayan hecho muchos goles en cualquier liga (…).  Entonces son unos tipos que empiezan a saber que la competencia es todos los días, que para ser un tipo que quiere ser consistente, que se quiere demostrar a sí mismo que es un tipo de primera categoría, tiene que demostrarlo todos los días, y también es bueno que se lo transmita a los demás”.

Llorens se muestra enfrentado entre lo que escribió y lo que opina en la actualidad. Al parecer, su paso por la Vinotinto absoluta la permitió trabajar con otro tipo de jugadores. Sin embargo, como se suele tener claro dentro del territorio nacional, la FVF tiene dos hijos en niveles muy disimiles: el fútbol local y la selección. Quizá el segundo haya madurado, pero en el primero siguen abundando las muestras de jugadores con un tipo de vida ajena a la que debería llevar un atleta de alto rendimiento. Incluso, a principios de año, en una nota que le hice a Guillermo el Turquito Ramírez, quien trabajó con Llorens, le comenté las palabras escritas en Terapia para el emperador. El actual mediocentro del Atlético Venezuela se suscribió a las mismas, yendo un poco más allá: Creo que el único jugador con el que pude compartir y que de verdad toma ese liderazgo es Juan Arango–.

“Pero también es cierto, ahora que dices eso, también es cierto que la liga se ha ido transformando porque cada vez hay más entrenadores jóvenes, ambiciosos, competitivos. En la medida en la que han ido entrando cada vez más entrenadores exitosos, competitivos, jóvenes, son tipos que no están dispuestos tampoco a que sus jugadores aflojen (…). Se trabaja más profesional, el grupo es más profesional, se espera que el tipo sea más profesional, y eso, por supuesto, ayuda a que la liga vaya teniendo una consciencia más madura”.

El hecho de que los jugadores de la selección nacional, que están resaltando en el extranjero, tengan el reconocimiento popular hacia su capacidad de trabajo y disciplina es algo muy sano para el país. Principalmente porque queda en evidencia que quien más y mejor trabaja es quien más lejos llega. Y esto lo demuestran muchachos nacidos y criados aquí, que han surgido de todas las limitaciones sociales y formativas que ofrece el contexto nacional y futbolístico. No es un “sí, se puede” a ciegas, como el entrenador que grita desde la banda “¡Échenle bolas!” sin ofrecer soluciones; es un “sí, se puede” tomado de la mano con la cultura del esfuerzo y del “trabajo, trabajo y más trabajo” que repite el actual DT de la Vinotinto, Noel Sanvicente.

Teniendo esto en cuenta, ¿qué representa la Vinotinto para el venezolano? “Yo desearía que represente una historia de superación. Yo creo que ese tema de que ahora se esté codeando con la élite, aunque todavía falten unos pasitos… se entiende además que eso viene de transformar al país futbolístico, que hace 15 años se había ganado dos partidos premundiales en 40 años de competencia; o sea, que la transformación es enorme. Entonces es una historia de superación. Creo que es una fuente de alegría, creo que es una fuente de esperanza, creo que es una fuente de identificación de todo el país, en un país que necesita símbolos compartidos (…)”.

La sociedad venezolana se encuentra muy resquebrajada. Durante mucho tiempo, dos fuerzas políticas han divido al país. Cuando juega la Vinotinto, otra vez, pareciera que un solo color es el que nos define. ¿Puede la selección servir de puente en una sociedad polarizada?

“Ojalá lo pueda hacer. Hay que cuidarla, hay que cuidarla mucho. Hay que cuidar mucho a la selección para que siga teniendo esa posibilidad. Eso es, como te dije, como el entrenador que quiere ganar: el criterio para manejar a la selección de una manera sana es que lo que tiene que estar decidiéndose es para ser más competitivo. Si se llega a tomar decisiones, en algún momento, por una razón que no sea esa, es decir, por una razón política o por una razón económica, se va a empezar a corromper la razón de ser de la selección”.

¿Por razones políticas o económicas? “Por lo menos, nosotros adentro hicimos mucho esfuerzo porque la selección no fuese tomada por una sola mirada política, y que pudiese representar a diferentes espacios, y pudiese hablarle a diferentes espacios. Yo creo que el fútbol todavía tiene la posibilidad de hacer eso; pero, bueno, hay que ir con pie de plomo, porque cada paso es complicado. Cuando hicimos la caravana después de la Copa América, fue un debate negociar, porque el gobierno se lo quiso apropiar. Porque el gobierno es ‘Nosotros venimos y los celebramos, pero no puede estar Polar’. Entonces nosotros dijimos ‘No, eso no puede ser. O sea, eso nunca ha sido así’. Ahí es donde César –Farías– era muy fuerte. César, con toda la controversia que generó, yo lo vi tomar decisiones que me parecieron inteligentes y difíciles; que era él plantearse: ‘No, mira, esto no funciona así. Nosotros estamos encantados de que el gobierno haga una caravana, pero tiene que estar Polar’. Y si no, lo que se logró fue una decisión de que el gobierno nos llevó hasta Plaza Venezuela, y Polar nos llevó hasta Las Mercedes. Se hicieron dos cosas. Eso no es una buena decisión para el país, porque eso es un país polarizado de nuevo, pero por lo menos estaban los dos actores presentes”.

Sorprendido, pregunto si le tocó al cuerpo técnico de César Farías pelear para que el gobierno no controlase a la selección: “¡Claro! ¡Por supuesto! –responde como riéndose de mi ingenuidad– Lo que pasa es que decirlo era generar otra vez la controversia. Decirlo era… desde donde estábamos, nos hubiesen dicho: ustedes le están haciendo la oposición al gobierno. Y nuestro trabajo no era hacerle la oposición al gobierno. Pero internamente sí tuvimos que pelear a veces esas situaciones –reflexionada por unos segundos–. Al mismo tiempo que puedo decir que el gobierno en algún momento colaboró y fue importante para poder hacer algunas cosas”.

¡Es que no hay muchos trabajos previos que dejen testigo sobre lo que dice Llorens! ¿Otros ejemplos? “No quisiera extenderme; además, son de las cosas que estoy tratando de pensar a ver cómo las escribo”. Sí, sin duda habrá que comprar su próximo libro.

“Yo creo que lo más difícil de la selección nacional no es lo que pasa dentro de la cancha. Lo que pasa dentro de la cancha es formación de un buen entrenador futbolístico. Lo difícil de la selección nacional es lo que pasa fuera de la cancha”. ¿Y para qué está la FVF sino es para proteger al DT de turno y velar para que este solo deba ocuparse de asuntos deportivos? ¿Qué papel juega la FVF en todo esto?

Llorens estira y cruza las piernas. Cruza, también, los brazos. Hecha el torso hacia atrás y sonríe con un halo de hasta aquí respondo. Se acabó la postura del psicólogo flexible, del escritor dispuesto a contar historias. Ve para su derecha e izquierda, luego me sostiene la mirada: “Eso te lo respondo off the record, pero no sé si lo vas a dejar off the record”.

Okey, okey. Cambiemos de tema entonces. Varias veces ha repetido Llorens que César Farías fue “controversial” o “polémico”, ¿por qué? “Bueno… ehm… a ver. César tiene como fortaleza… Yo no conozco a alguien tan competitivo como César. Es un tipo que compite en todo (…). Es un tipo que tiene un afán de ganar increíble, y eso le da una energía y una vehemencia muy buena como entrenador, porque él lograba timbrar a los jugadores y sacar lo máximo de ellos y nunca bajar la guardia; inclusive, yo me considero un tipo competitivo e intenso en mi trabajo, pero en algunos momentos César lograba que uno volviera a tener el máximo alerta, que era necesario para ese nivel. Pero eso que él hace muy bien en lo competitivo, él lo traslada a otras áreas que no tienen sentido, y eso lo conversamos muchas veces; como por ejemplo, su relación con la prensa. Él siempre convertía toda conversación en una argumentación, en un debate de quién tiene la razón y quién no tiene la razón; entonces empezaban unos debates que no tenían mayor sentido, y eso desgastó mucho su imagen, y eso lo hizo en muchos escenarios; entonces, él… y esa es mi opinión. Él a veces, quizá, no está de acuerdo, supongo, con eso; pero lo conversamos muchas veces, y él es mi amigo y tengo la confianza para conversarlo. Yo creo que el tema de relaciones públicas no la manejamos bien, y eso desgastó mucho su imagen, y eso le restó al foco competitivo del trabajo”.

¿Pasó eso mismo dentro del vestuario, entre César y los jugadores? “Yo creo que no, yo creo que no. Yo creo que más bien él, siendo un entrenador difícil con los jugadores, porque es un tipo que les va a exigir todo el tiempo, y los va a confrontar, y sus formas pueden ser muy vehementes y hubo tensión y hubo conflictos dentro del grupo… A mí me pareció muy llamativo y muy significativo que cuando nosotros cerramos nuestro ciclo, después del último partido contra Paraguay aquí, las declaraciones eran que no querían que se fuera César. Y salió de varias voces muy distintas. Por ejemplo, Salomón es un jugador con el que trabajamos desde chamo, que tiene una personalidad fuerte, es un tipo cheverísimo, y en algunos momentos él y César tuvieron encontronazos, algunos inclusive públicos, y Salomón fue uno de los que dijo ‘Yo no quiero que cambien a César’ (…). Yo creo que César se ganó el respeto de esa generación. Yo siempre le decía a César: ‘Tranquilo que yo creo estos jugadores reconocen que tú les ofreciste una formación y un entrenamiento de alto nivel, y que ellos ganaron contigo’. Y yo creo que eso está”.

“(…) Nosotros teníamos unas relaciones larguísimas con estos jugadores; o sea, Juan Arango a los 15 años vivía en la casa de César Farías; o sea, César lo hizo debutar a los 15 años en Segunda División y se lo llevó a vivir para su casa. Entonces, tenías unos tipos con unas relaciones, que podían tener todos los conflictos del mundo, pero se conocían, era como padre e hijo (…). Sí creo que a veces se desgastan los ciclos y que hay que hacer cambios –pausa, reflexiona, agrava la voz. Me mira a los ojos y continua–. Yo creo que el cambio nuestro entraba dentro de lo razonable y que muy posiblemente le va a hacer bien a la selección, sí”. Ese , como cierre de una idea, fue el único que me dio, durante toda la entrevista, sin una entonación clara de pregunta.

En Terapia para el emperador, Llorens habla de la omnipotencia del líder. ¿Le pasó eso a César? “Fíjate, yo creo que todo líder que se coloque al frente de una selección nacional tiene que tener un afán de ser el protagonista. Tiene que ser un tipo que busca ser ganador, que le interesa ser el mejor y demostrarlo. Creo que sin esas características no puedes tener la energía para estar en esos lugares, ¿sí? Y el afán de estar mejorando todo el tiempo, y la energía de estarte parando primero que los demás y acostarte de último; y en ese sentido, tú lo ves en César, yo creo que Chita también lo tiene, yo creo que Richard también lo tenía (…). La omnipotencia es pensar que tú lo puedes todo, que tú no tienes ninguna falla, que tú no tienes ninguna necesidad de apoyarte en el otro. Yo, trabajando cerca de César, siento que él fue muy respetuoso en mi trabajo, y que César cree en lo psicológico y cree en mi criterio; entonces en mi área yo no puedo decir que César es un tipo omnipotente. Creo que es un tipo que es un líder, que es un tipo que tiene fuerza, que tiene energía, que quiere ganar, que quiere ser protagonista, y eso lo entiendo como algo positivo. Creo que eso es muy distinto a que su estilo es a través de la confrontación y que, entonces, en las relaciones con la prensa terminó chocando muchas veces (…). –Farías– Es un tipo que si tú vienes con criterio, y tú puedes en algunos momentos no estar de acuerdo, te va a escuchar; ¿puede que tengas que chocar con él?, sí, puede que tengas que chocar con él, pero te va a escuchar (…). Yo creo que el tema de César con la prensa fue más el tema de eso: estar todo el tiempo en combate, y estar todo el tiempo tratando de demostrar que él tenía la razón, y el micrófono a la final lo tenía el periodista, ¿no? –esbozo algunas palabras. Llorens sube la voz y exclama:– Y yo creo que el periodismo también entró en esa polémica con él, y se… bueno, tiene esa dimensión de que la telenovela importa más que el fútbol; entonces, bueno, estábamos en este peo todo el tiempo, fastidioso, a veces tampoco demasiado profesional del otro lado. Y eso, bueno, hizo una combinación que no fue la mejor”.

Viendo al reloj, mi interlocutor me recuerda que debe ir al aeropuerto pronto: ¡llevamos casi hora y media de entrevista! Para cerrar, luego de tan completa conversación, le pido una reflexión sobre la situación actual del país y el papel que juega el fútbol en la misma.

“Bueno, yo estoy muy preocupado por el país, muy preocupado; me parece que hay muchas señales de un país en deterioro franco. Me parece que el tema de la salud es gravísimo, me parece que el tema de la seguridad es gravísimo, me parece que el tema de la incapacidad para negociar salidas es gravísimo –hace una pausa–. En lo más inmediato, el fútbol… a ver, a nosotros siempre nos decían: ¿cómo puedes tú ayudar al país desde la selección nacional? La selección nacional lo mejor que puede hacer es hacer bien su trabajo. Es decir, ¿qué puede hacer un futbolista por Venezuela?, ser buen futbolista y seguir trabajando por ser buen futbolista, porque ese es su aporte. Ojalá, en algún momento, el deporte abra puentes, vías, para poder negociar soluciones; yo no lo veo, en este momento, tan factible. Me parece que hay fuerzas en el gobierno que no quieren que se den las conversaciones, que no quieren que se den salidas negociadas, sino que quieren apropiarse más bien de los periódicos, de los espacios deportivos, de los clubes de Primera, de la selección, y eso es muy insano. Muy insano para el país. Creo que en los espacios que se está tratando de apropiar hay que empezar a levantar la voz, empezar a decir: esto no le hace bien al país, no le hace bien al fútbol”.

Terapia para el emperador es el rescate de esas historias futbolística del país que sirven de muestrario para definirnos como sociedad. Más que un libro de fútbol es un libro sobre el venezolano. Llorens es uno de esos locos que, en un país en donde lo que importa es ser el más vivo o se repite eso de “ponme donde haya”, han demostrado que con un sentido claro de vocación y trabajo todo es posible. Los objetivos se pueden o no lograr, pero el avance está en el trabajo del día a día. Personas como él, como Chita con su cultura del esfuerzo y del trabajo, como Richard Páez con su idea de que sí se puede jugar bien, como Farías con su obsesión hacia la organización, son íconos, metáforas que un país, necesitado de ejemplo sobre cómo hacer las cosas, agradece y debe saber valorar.

Desde el ejemplo, desde el contar historias –sus historias–, el otrora psicólogo de la Vinotinto no pareciera hacerle terapia a ningún emperador, más bien pareciera hacerle terapia al venezolano.

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