Zulia FC, de la decepción a la esperanza

Por Humberto Perozo S. (@kikoperozo)

Tras culminar el Apertura con la menor cantidad de puntos alcanzados en su historia (11, penúltimos en la tabla), sin rumbo fijo en lo administrativo y en lo deportivo, con un “Pachencho” Romero en condiciones deplorables y con la apatía como reina y señora de la afición, el Zulia FC cambió de rostro.

César Farías, acompañado por Lino Alonso, asumió la presidencia del conjunto petrolero a poco menos de una semana para el inicio del Clausura 2015. El sucrense apostó por el experimentado Carlos Horacio Moreno como DT del primer equipo. De esta forma, se unieron tres exseleccionadores nacionales para sacar a flote a la institución.

Los petroleros armaron un equipo basado en la juventud de piezas locales como Jefferson Savarino, Andrés Montero –revelación en la temporada al que las lesiones terminaron afectando–, Óscar Hernández y Luis Paz, de viejos conocidos como Kerwis Chirinos, Héctor Noguera y Henry Palomino, trayendo de vuelta al goleador Manuel Arteaga y al volante central José Javier Villafraz, y jugadores cedidos como Giovanny Romero, Josmar Zambrano, Juan Ernesto García, “Patoncito” González… 

A lo deportivo le correspondió un gran trabajo fuera de la cancha. El “Pachencho” fue mejorado –sin llegar al nivel mostrado en 2007, año de la Copa América celebrada en Venezuela, pero con áreas más limpias, tribunas refaccionadas, mayor seguridad y una grama en condiciones óptimas–, se logró contar con tres sitios de entrenamiento –la cancha Giuseppe Costa, la del Centro Gallego y la granja La Estancia-, hubo una mejor comercialización de la marca Zulia –mayor cantidad de transmisiones televisivas, difusión entre entidades educativas, patrocinio de Adidas, al que solo le faltó la venta de las camisetas– y el pago de sueldos estuvo al día.

Con la única obligación de mantener la categoría, Zulia FC obtuvo resultados importantes apoyándose en la fortaleza como local. De los 21 puntos alcanzados por el equipo en el Clausura, 19 llegaron en el “Pachencho” Romero. Fue el cuarto mejor local, detrás del Táchira, Zamora y Deportivo Anzoátegui, equipos que llegaron con un rodaje superior.

Rivales de envergadura como Caracas FC y Aragua FC, además del Deportivo La Guaira campeón de la Copa Venezuela, sucumbieron ante el equipo de Moreno. En deuda quedaron contra rivales directos como Metropolitanos, Estudiantes de Mérida, Portuguesa, Petare y CD Lara, pinchando aunque sin verse totalmente arrollados.

El elenco negriazul perdió cinco partidos por un gol, cediendo además empates o derrotas tras ir ganando en dos ocasiones (contra Portuguesa y Deportivo Anzoátegui), lo que le impidió finalizar en una mejor posición de la tabla. La falta de concentración en momentos puntuales, no solo al momento de defender sino al de estar contra el arco rival, pasó factura.  

El desafío para la próxima campaña está en mantener una columna vertebral con Moreno en el banquillo –fundamentales Tito Rojas, Romero, Chirinos, Frank Piedrahita, Savarino, Montero y Arteaga, a los que se le podrían unir futbolistas de mayor experiencia, que sepan cómo cerrar partidos y en los que la ansiedad no haga mella– y otros que le den profundidad a la banca. Las lesiones de Chirinos y Montero en la segunda mitad del Apertura evidenciaron la importancia de estos y la ausencia de figuras que pudieran suplirlos.

Maracaibo se revalorizó como plaza, alcanzando casi 67 mil espectadores a lo largo de la campaña. De la decepción se pasó a la esperanza, de un pasado de inconsistencias a un futuro con un rumbo fijo. El primer año sirvió para la permanencia; el segundo, debería servir para tener mayores retos, con más tiempo de trabajo y con un mejor conocimiento de la realidad local.